jueves, 2 de septiembre de 2010

pornografia infantil/ tomado del boletin de Placeres Perfectos

Inocencia robada




La pornografía en Internet ha alcanzado dimensiones siderales si se mide por los espacios en la Web y por la cantidad de visitas que reciben diariamente; pero lo realmente sorprendente, es el avance de la pornografía infantil.



En el año 2002 se estimaba en 4.000.000 las páginas Web dedicadas a la pornografía infantil, con más de 2.000.000.000 (sí, dos mil millones) de visitas anuales. Se calcula que 500 páginas nuevas surgen cada día.



Incluso, con los avances informáticos de estos últimos tiempos se ha diversificado el espectro, ya que hoy los consumidores pueden recibir y enviar material a través de archivos compartidos sin necesidad de navegar en la Web o recurrir a páginas.



Esto lleva a un nuevo salto cualitativo, según informa Izaskun Alonso, directora de Comunicación y Marketing de Anesvad (ONG que combate la pornografía infantil): "si una persona quiere recibir pornografita infantil de otra, lo habitual suele ser que a su vez le exija enviar material pornografito novedoso. Eso hace que, a menudo, las personas que están buscando este tipo de pornografía se conviertan también en distribuidores e incluso en productores de este material".



En España recientemente se detuvieron a 66 personas vinculadas a la distribución de pornografía infantil. Entre las profesiones de los detenidos figuran la de profesor, psicólogo, arquitecto, procurador, médico, entrenador infantil, trabajador de un centro de discapacitados y otros de las más diversas profesiones.



Las personas que trafican con este tipo de material trabajan en cualquier ámbito profesional, de cualquier nivel económico, y muchas veces con acceso o contacto directo con niños y niñas.



El perfil del consumidor de pornografía infantil es el de un varón de 30 a 40 años, de zonas urbanas, con estudios superiores y nivel socio-económico medio. La mayoría ha consumido pornografía adulta en tiempos pasados, pero ha perdido el interés en este tipo de material y buscan algo que les excite más, que les movilice de maneras nuevas. Muchos se engañan a sí mismos diciendo que son adultos, que lo pueden manejar, que no "tocan a nadie" y que sólo navegan para distraerse o enterarse, pero los estudios más serios indican que, como mínimo, un 30 % llevará a la práctica lo que está habituado a ver en las imágenes. En otras palabras, se creará un nuevo deseo que lo impulsará a buscar el contacto de algún modo con un menor, ya sea niño, niña o adolescente. Cuanto más recurrente sea la visita a estos sitios o mayor sea el consumo de este tipo de pornografía, mayor la probabilidad de ser un abusador de menores, porque las prohibiciones desde lo moral comienzan a ceder frente a un deseo desbordado.



Muchos buscarán tener un contacto directo y real con menores porque el consumo de imágenes termina siendo insuficiente. Algunos se convertirán en adictos. Desde el punto de vista psicológico, los adictos a la pornografía infantil sienten una necesidad imperiosa de consumir este material pero, al igual que ocurre en otras adicciones, suelen negar sistemáticamente su problema. No buscan ayuda y no ven nada malo en su conducta.



Característicamente el abusador tiene una vida "normal". Es difícil creer que es pervertido. Oculta su conducta y cree que nadie lo va a descubrir.



La mayoría conoce a los niños (familiares, vecinos o amigos de la familia).



La edad de las víctimas más frecuentemente es de 8 a 10 años para las niñas y de 10 años o más para los niños. Cuanto más viejo el abusador, más joven prefiere a su víctima. Busca la amistad de familias que tienen niños hermosos. Suele explicar su conducta con frases tales como "hay que enseñarles la vida" o que "el placer es bueno para los chicos" o, simplemente, que el niño lo provocó.



Esto es lo más terrible, el abusador cree:



- Que no comete ningún mal. Todos saben que tanto el abuso de un menor como la violación son delitos penados por la ley. Sin embargo, también saben que la gran mayoría no los denunciará.



En Misiones, en una siesta calurosa y durante el receso de un taller de abuso sexual, varias personas se acercaron para ser aconsejadas. La primera fue un hombre de mediana edad con problemas matrimoniales muy serios. Nos relató su historia. Desde pequeño, según él, estuvo involucrado en las cosas espirituales. Conoció a su esposa en un congreso y se casaron al año. Ahora se encontraban en una profunda crisis marital. Luego de hablar con otras personas, llegó ella. Una joven de hermoso rostro, muy retraída que, venciendo todos los temores, quería confesar por vez primera su pasado de dolor. En la misma sala había estado presente su victimario. Aquel que abusó de ella durante años al amparo del liderazgo que ejercía. Nunca denunció el hecho porque estaba convencida de que nadie le creería. No tenía otra prueba más que su recuerdo. Quería olvidar, pero antes necesitaba compartir su dolor. Su victimario era aquel primer varón que había hablado con nosotros y ni siquiera registraba el haber perpetrado semejante hecho. Como bien dice el encabezado del párrafo precedente: los abusadores creen que no comenten ningún mal. No hay arrepentimiento, no hay culpa ni dolor.



- Que es "macho" y necesita sexo como "alivio". Esto es una mentira que repiten para justificarse. Se refieren al deseo sexual que "necesitan", en vez de decir que "quieren". El deseo sexual es dominable.



- Que a los niños les gusta. Algunos abusadores se creen víctimas de la seducción de los menores. Sistemáticamente dicen: "ella o él me provocó. ¿Qué quiere que haga? Uno es hombre".



- Que los niños dieron su consentimiento. Por medio de regalos, atenciones o amenazas, "logran" que la víctima preste consentimiento, aun sabiendo que los menores no tienen esa facultad.



- Que si él no lo hace, otros peores lo harán. De ese modo acallan sus conciencias y hasta se sienten "bondadosos" cuando, abusando de un menor, le "regalan algo o le dan dinero". Muchos de los abusadores tienen infancias en las que ellos mismos han sufrido o han sido testigos de maltrato, violencia o abuso. La mayoría niega esos abusos y justifican a sus progenitores diciendo que los hicieron "hombres derechos".



Psiquiatras, psicoanalistas, defensores de menores, fiscales y pediatras coinciden en un diagnóstico: ahora hay más abuso sexual infantil, que en los últimos años.



Pero lo más terrible es que en una investigación realizada por Anesvad, el 100% de los que habían abusado sexualmente de un menor, aseguraba que volvería a hacerlo. José Luis Pedreira, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría, es pesimista sobre cualquier tipo de recuperación. "Es un trastorno que, en mi opinión, no tiene solución". En las terapias con abusadores, lo máximo como éxito ha sido una tasa del 50%, es decir, en el mejor de los casos, la mitad no ha incurrido en otro abuso durante el tiempo de estudio y tratamiento, (generalmente es un tiempo medido en meses).



¿Qué podemos hacer?



- Prevenir. No tenga miedo de enseñar, es la mejor manera de prevenir. Dé consejos claros acerca de comportamientos sociales básicos: "que nadie te saque la ropita, que nadie toque las partes privadas, que no guardes un secreto cuando alguien te lo pida, etc.". Está demostrado que una educación sexual a temprana edad y una buena comunicación entre ambos progenitores y sus hijos disminuye la probabilidad de un abuso sexual.



- Quitar los mitos acerca del abuso. La idea que tenemos es que los abusos son actos cometidos por hombres depravados en lugares oscuros. ¡Nada más lejos de la verdad! El 90 % de los casos ocurre en el hogar del propio niño o de familiares, a cualquier hora del día, con personas muy allegadas a él.



Tampoco debemos creer que el abusador tuvo "un arrebato" sexual incontrolable y por eso violó o abusó. Todo estuvo premeditado. Tampoco se asocia al alcohol.



- Exponer a los abusadores públicamente y defender a las víctimas.



Le sugerimos leer con suma atención el próximo relato de un mail que nos llegó desde Tierra del Fuego.



Hola Silvia y José Luis, ¡Dios los bendiga! Desde el cálido sur les saludamos Liliana y Pablo Torres, deseando que se encuentren bien. El motivo de este e-mail es contarles que en estos días se está llevando a cabo un juicio a quien durante 10 años estuvo abusando de su hijastra. Hace un año conocimos a esta jovencita en un encuentro de adolescentes. A través de la charla de sexualidad, se evidenciaron síntomas de abuso, conforme a lo tratado en el libro de ustedes De eso no se habla. Le aconsejamos hablar con su mamá y concurrir a salud mental del Hospital, donde se corroboró lo que suponíamos. Hoy testificamos en el juicio. El juez quiso copia del material que habíamos usado en ese momento y ordenó fotocopiar dicho libro. Para nosotros todo esto es nuevo. La Iglesia ha sido bien vista, ya que observaron líderes que se capacitan para ayudar. Mañana se darán los alegatos y en los próximos días la sentencia. Les pedimos oración y queríamos hacerles partícipes de este hecho. Lo que ustedes nos brindaron ha servido de mucho. Seguiremos en contacto. Les extendemos desde aquí un cariñoso saludo, anhelando que Dios les siga bendiciendo, Lili y Pablo.



Días después recibimos un segundo mail en el que nos compartían que el juez sentenció a 14 años de prisión a ese abusador. Una víctima menos, una liberación más.



Dres. José Luis & Silvia Cinalli

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